El 25 de mayo de 1810 fue una consecuencia imparable de una sucesión de hechos internos y externos en el entonces Virreinato del Río de la Plata. Los sucesivos levantamientos de súbditos contra la autoridad de las coronas reinantes en Europa, como la Revolución Americana (1786) (contra la corona británica) y la Francesa (1789) comenzaron a vaciar de legitimidad la autoridad en las colonias. Un exceso en el pago de tributos aumentaba las fortunas del Viejo Continente y llenaba de hambre, de retraso y de descontento a los colonos de estas tierras.
Mientras en Europa las naciones centrales se invadían entre ellas, la falta de una conducción monárquica dejó lugar para una revuelta y provocó la caída de la Junta central de Sevilla, en febrero de 1810. En el Río de la Plata, este acontecimiento brindó a los patriotas la oportunidad para pedir la dimisión de la autoridad local encarnada en el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros. Su renuncia fue exigida por un grupo de hombres notables que representaban a la sociedad en las áreas de la milicia, las leyes el comercio y el clero.
Luego del Cabildo Abierto del día 22 de mayo, en tanto Cisneros se negaba a renunciar, muchos vecinos se agolparon pidiendo tener su propia representación en las acciones de gobierno. Cada vez más apremiado, el virrey dejó su cargo. En tanto, French y Berutti presentaron un escrito con lo que sería la composición final de la Primera Junta de Gobierno:
Presidente Cornelio Saavedra; vocales Dr. Manuel Alberti, Cnel. Miguel de Azcuénaga, Dr. Manuel Belgrano, Dr. Juan José Castelli, Domingo Matheu y Juan Larrea; secretarios Dr. Juan José Paso y el Dr. Mariano Moreno. Todos ellos formarían un modo de gobierno que regiría nuestros destinos hasta la Independencia de 1816.
Hoy, a 210 años de la Revolución de Mayo, recordamos con respeto y orgullo aquellas jornadas en las que el valor de un pueblo con ideales y principios dio nacimiento a nuestra patria.